Menu

Año 9 #97 Noviembre 2022

Poemas de Miguel Gaya

Fernando Pessoa se lamenta por sus heterónimos

Todo se lo llevaron.
Mis mejores ropas, mis modales, las palabras
del manantial secreto. Esa mañana que no le he ofrecido a nadie
uno de ellos la arrojó al mundo, a las bestias
y los periódicos.
¡Mi secreto de dandy! ¡Mis ridículas poses                                                                                   
ante el espejo!
Mis inexistentes
cartas de amor.

Por donde avanzo, ellos se han adelantado
quemando la hierba, convocando a las gentes
con artificios de circo y de matones.
Llego cuando la estación de trenes está vacía,
los brindis acabaron
y el último camarero me mira a través de la puerta,
descortés y hastiado. Adiós, me señala con la mano,
ya no abrimos hoy.

Cada uno de ellos a cada uno de los cuatro vientos y confines.
Adiós, me dicen también, no te recuerdo.

Entraron a saco en mí, me dejaron
como un espantapájaros. Seco. Viejo.

He vivido la vida que más horror me dio. Me afané
por las calles de Lisboa y no conocí
otras. Cada adoquín fue granito, cada fachada una máscara,
cada máscara,
espejo.

Así he sido, así fui,
y ellos huyeron al galope
con sus otras vidas a la grupa.

Ahora me siento ante el baúl y voy extrayendo sus rostros.
Me detengo en la engañosa honradez de la frente de uno,
en el gesto sereno de un pedante de provincia,
el ojo estrábico de uno que yo me sé.

Todos existen y yo
desaparezco.

La sombra, al fin, ha sido mi cosecha.

(Cabeza de artista. Ediciones en Danza. Buenos Aires – 2016)

 

Estamos hablando de Ezra Pound

una cara de la moneda
está abierta a los vientos, la otra
es abrasada por el sol. en
cualquier caso
esas caras cambian
y la pregunta es
si la moneda cambia o
si las caras de las monedas son
la moneda, erosionada. o
si la moneda existe
sin la corrosión del tiempo.
esto es lo que yo llamo
las preguntas pertinentes
de la
economía de la política.

cuando a Ezra Pound lo encerraron en una jaula
y lo exhibieron para regocijo y espanto
de las almas buenas
el problema de la corrosión del tiempo en nuestras caras
se puso en evidencia.
¿podía un anciano caballero cargar con nuestras culpas o
ese anciano nos daba la certeza
de haber expiado alguna?
así, el viejo anatema de expulsar a los poetas
lejos de la ciudad
se ha resuelto
para alegría y piedad de las almas buenas:
dejad que gocen y retocen en los parques porque
a prudente distancia tenemos
nuestras jaulas.

Pero
a prudente distancia
nuestras monedas
exhiben
cara al sol
y cara al tiempo
sus rugosidades.

(Cabeza de artista. Ediciones en Danza. Buenos Aires – 2016)

 

Segunda parte. Poema II.

Caminamos a la orilla de nuestra mente, un lugar al que llegan pensamientos rotos,
y dejan en la arena restos de algo enorme, ya perdido, y unos caracoles como orejas,
y algas entre muertas y vivas, enroscadas en los hoyos de la playa. La mente se ha ausentado

hace tiempo, y nadie tiene noticias de ella. Nadie sabe muy bien adónde se ha ido,
si ha logrado olvidarnos esta vez, o si puede volver, luminosa y altiva.
Caminamos por campos neblinosos, repletos de charcos y ahí está la mente, ahí respira.

No la vemos, no la escuchamos, por más que un susurro monocorde, autómata, nos sobrecoge
mientras caminamos, quizás en círculos, quizás alejándonos de ella, de su centro.
Hay algo más allá de cuanto miramos, algo que se eleva y se desploma, y que nos habla.

***

Quisiéramos un lugar quieto para todo, un lugar que conservara la conversación
que sostenemos con el mundo. Pero el mundo resulta esquivo, nuestra mente
casi ajena en su soliloquio, y todo fluye hacia el ruido de la aniquilación.

Al caminar hacia la intemperie intuimos un lugar de ruinas, un pasado
donde algo estuvo antes, no construido sino eterno, y así nos perdemos
en cierta neblina, donde nadie ha estado ni ha hecho pie.

Es curiosa esta pretensión de inmovilidad, cuando somos
quienes más nos movemos, inquietos por la hora que se avecina,
y sin saber qué trae la hora, que trae después de ella, qué vacío.

***

Acaso lo más extraño de este lugar sea que haya existido una vez,
que haya guardado calor y textura, y un sentido para quien lo vio
levantarse en el aire como un sol benigno. Ahora dudamos

de nuestros recuerdos, si alguna vez los tuvimos, o fueron nuestros.
Una cadencia como de música perdida nos ronda, una definición
arcaica y sin aplicación a cualquier fenómeno que recordemos.

Porque eso somos, un viejo chiste que se frena y recomienza sin solución
alguna. Una referencia a algo que extraviamos y no sabemos dónde ni
en qué nos afecta su pérdida, pero por ella estamos acá, y perduramos.

(Tríptico de la Memoria. Ediciones en Danza. Buenos Aires – 2022)

 

  • Miguel Gaya
    Gaya, Miguel

    Miguel Gaya (Ayacucho, provincia de Buenos Aires, 1953) integró en 1979 el Grupo Onofrio de Poesía Descarnada junto con Javier Cófreces y Jonio González. Miembro del Comité Editorial de la revista de poesía La Danza del Ratón, desde su creación por los nombrados en 1981 hasta su transformación en Ediciones en Danza en 2001.

    Ha publicado los siguientes libros de poesía:

    • La vida secreta de los escarabajos de la playa (Ediciones de la Claraboya, Bs. As. 1982)
    • Levanta contra el viento la cabeza oscura (Ediciones de la Claraboya, Bs. As. 1983)
    • Colección Robin Hood (Editorial Acme Agency, Bs. As. 1994)
    • Siluetas en la corriente del río (Ediciones del Cronopio Azul, Bs. As. 2000)
    • Los poetas salvajes (Ediciones en Danza, 2003)
    • Lo efímero y otros poemas inestables (Ediciones En Danza, 2009)
    • Mediterráneo (edición del autor 2011)

    Este último trabajo aparece incluido en El alma y otros lugares.

    Editorial Bruguera, del grupo de Ediciones B, publicó en España su primera novela, Contemplar ese animal sangriento, en 2008. Dicha obra resultó finalista del Premio Biblioteca Nacional 2007, con un jurado integrado por David Viñas, Luis Gusmán y Martín Kohan.

    En 2012 publicó la novela Una pequeña conspiración (Del Nuevo Extremo).

    Sus poemas han aparecido en varias antologías y reseñas, entre ellas 65 poetas por la vida y la libertad (Abuelas de Plaza de Mayo, Bs. As. 1981), Nueva poesía argentina (Editorial Universidad de Belgrano, Bs. As. 1983), Antología Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (Editorial Universidad de Buenos Aires, Bs. As. 1985), Poesía durante la dictadura (Ed. Calle Abajo,1989), Poesía Argentina año 2000 (Cuadernos del Instituto de Literatura Argentina "Ricardo Rojas", Facultad de Filosofía y Letras, UBA), Una antología de la poesía argentina (1970-2008) (selección, prólogo y notas de Jorge Fondebrider, Ediciones LOM, Chile, 2008) y 200 años de poesía argentina (selección y prólogo de Jorge Moteleone, Alfaguara, 2010).

    En junio de 2007 Ediciones en Danza reeditó Grupo Onofrio de Poesía Descarnada (1º edición, Crisol, 1979), selección de poemas escritos entre 1976 y 1978, junto a Jonio González y Javier Cófreces.

    Ha publicado poemas y notas en Clarín, Página 12, Diario de Poesía y otros medios del país y el extranjero.

Más en este número « Too munch