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Año 10 #119 Septiembre 2024

Eso será tu madre. La biblia del insulto 1

Incluido en Eso será tu madre. La biblia del insulto, Espasa, España, 2015.

 

101 formas de decir tonto


Sin duda, tonto es el insulto más común de todos los tiempos, y para muestra, 101 sinónimos:
Alcornoque, zote, mendrugo, bausán, vaina, cenutrio, tontucio, tontorrón, descerebrado, simple, meliloto, estulto, alelado, gilipollas, gilipuertas, mameluco, analfabeto, beocio, lilipendón, berzas, berzotas, zafio, tarado, besugo, ceporro, panarra, idiota, pavitonto, zolocho, tocho, corto, bobalicón, gaznápiro, panoli, imbécil, soplagaitas, sandio, bodoque, piernas, bobatel, merluzo, gilí, lelo, zopenco, mentecato, tonto del haba, bobo, mamerto, botarate, soplapollas, cernícalo, percebe, zonzo, cipote, estúpido, cretino, fatuo, lerdo, mastuerzo, memo, lila, pandero, toli, simplón, necio, melón, tarugo, pánfilo, torpe, pavo o tardo. Faltaba añadir zoquete, lo que son todos nuestros políticos. Y que conste que no es por insultar, sino porque una de las acepciones del término que recoge la RAE es ‘cargo público’.
Buen repertorio, que conviene ampliar si viajas por América latina, no sea que no te des por aludido y entonces quedes como un lentejo, gafo, pendejo, abismado, guachinango, abombado, zanguango, paparulo, cocoliso, soroco, agilado, asnúpido, tolongo, bachilín, huevón, boludo, cabeceburro, zonzoneco, pelotudo, menso, talegón, cabeceduro, guacarnaco, cachirulo, majiriulo, pajuilado, samuro o turuleco. Incluso podrían llamarnos pensadores, y no deberíamos alegrarnos.

 

El insultante sexismo


El notorio sexismo que predomina en el lenguaje no conoce límites en el terreno de los insultos y las ofensas. Para empezar, mientras que los genitales masculinos tienen connotaciones positivas («esto es cojonudo», «esto es acojonante», «esto es la polla»…), los femeninos pueden parecer negativos («esto es un coñazo»). Aunque quizá no sea así, ya que es muy probable que coñazo proceda del término latino conātus, que es propensión, tendencia, propósito, empeño y esfuerzo en la ejecución de algo. También si algo resulta divertido o estupendo, en México se usa la expresión «está padre», pero en España se cambia por un «de puta madre». Y mientras que un gallo es un hombre fuerte y valiente, un gallina es un pusilánime cobarde.
Seguimos con más curiosos y concluyentes ejemplos en los que la misma palabra, cuando de insultar se trata, muestra una injusta polaridad semántica siempre a favor del género masculino.
Siendo un zorro un hombre astuto, una zorra es una prostituta. Y, por supuesto, nada tiene que ver un respetable hombre público con una mujer pública, una prostituta. Es que, además, un fulano es alguien sin identificar, mientras que una fulana es una prostituta; un golfo es un pillo, un juerguista, mientras que una golfa es una prostituta; un cualquiera es un pobre don nadie, mientras que una cualquiera es una prostituta; y aquel que no tiene un destino determinado y está perdido nos produce cierta aflicción, mientras que una perdida es una prostituta. Y no teniendo lobo atisbo de menosprecio, una loba puede ser desde una femme fatale, devoradora de hombres, hasta —¡cómo no!— una prostituta… ¡Qué obsesiones continúan adheridas a nuestra cultura para que tantas palabras de uso común, en femenino, designen invariablemente a una prostituta!

 

La reina coja y el rey del calambur


Francisco de Quevedo, mente preclara del Siglo de Oro, poeta ilustre en un imperio en decadencia, fue uno de los grandes maestros del insulto, posiblemente, sin pronunciar ni uno; se las arregló con audaces e insolentes juegos de palabras. De mente lúcida y discurso ágil, se le permitían sus excesos y hasta su acritud a la hora de criticar a la monarquía.
Cuenta el anecdotario popular que don Francisco apostó con unos amigos a que llamaría «coja» a la reina coja, esposa de Felipe IV, sin que esta pudiera ofenderse. Así que, aprovechando que había sido invitado a una recepción en palacio, acudió con un vistoso ramo con dos tipos de flores: claveles y rosas. Al ofrecérselo a la reina, le dijo: «Señora, traigo lo que solo es un anticipo del ramo que os traeré. Desconociendo vuestra flor favorita, entre el clavel y la rosa, su majestad escoja».
Y es que «entrever desaires» («entre verdes aires»), al parecer, no era una habilidad de la reina, sino otro divertido calambur; ese retruécano que hace variar el significado de una frase agrupando sus palabras de distinta forma. Sin duda, el más famoso de la lengua española es el que te acabamos de contar, atribuido a Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos, señor de La Torre de Juan Abad y caballero de la Orden de Santiago y, proclamado por nos, rey del calambur.

 

Sangre, sudor y mocos


El cuerpo humano produce casi un litro de moco al día. Bajo esta premisa nunca dejamos de ser unos mocosos, aunque mocoso en puridad hace referencia al niñato malcriado.
El moco no es el único fluido que causa repulsión y es fuente de insultos. La baba, por ejemplo, da mucho de sí. Que se nos caiga la baba por nuestro bebé o por nuestra pareja es tierno, porque es síntoma inequívoco de amor. Tener mala baba, sin embargo, no pinta tan bien: es tener mala leche, actuar con mala intención sin más pretensión que tocar las narices. Pero el baboso más común es aquel que pierde el norte y saliva más de la cuenta al ver una falda corta o un escote pronunciado.
Si la saliva es vulgarmente baba, las heces pasan a la ordinaria condición de mierda cuando se trata de insultar de manera escatológica. Mierda puede ser un insulto en sí («eres un mierda»), formar parte de otro (comemierda, pisamierda…), o incluso ser un complemento de gravedad, ya que cualquier insulto se recrudece si lo enmierdamos: mocoso de mierda, baboso de mierda, tonto de mierda… Aunque en el último caso es más cotidiano el tonto del culo que, al fin y al cabo, andan cerca.
La grasa, en estado de acumulación, también se emplea como arma arrojadiza en la ofensa verbal. Bola de sebo, por ejemplo, puede ser letal para la autoestima.
Casposo, vomitivo, cagao, churretoso, malasangre, legañoso, pedorro, llorica o el molesto grano en el culo, entre otros muchos, completan la lista de los insultos procedentes de fluidos, flatulencias y demás residuos metabólicos del organismo, con una característica común: todos son asquerosos.

  • María Irazusta
    Irazusta, María

    María Irazusta Lara, madrileña nacida en Cambridge (Reino Unido), es licenciada en Ciencias de la Información (UCM) y PDD por el IESE (Universidad de Navarra). Es periodista de formación y corazón; y directiva y empresaria, de profesión. Su amor por el lenguaje está cimentado sobre sus más de veinte años de experiencia como periodista y experta en Comunicación. El diario El Mundo y la revista del Grupo Prisa Mercado han sido algunos de los medios por los que ha pasado antes de ser directiva en destacadas compañías.
    En la palabra encuentra su pasión; y en la economía, su razón. En este libro ha elegido entregarse a su devoción y principal herramienta de trabajo: el lenguaje. En su día a día, está consagrada a mantener su agencia de consultoría estratégica, Irazusta Comunicación, como uno de los más prestigiosos referentes en el ámbito de la Comunicación.