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Año 11 #122 Diciembre 2024

Diagnóstico de muerte


—No soy tan supersticioso como algunos de tus doctores de ciencia, como tú te complaces en decir —dijo Hawver, replicando a una acusación que no había sido hecha—. Algunos de ustedes, sólo algunos, confieso, creen en la inmortalidad del alma, y ​​en apariciones que tú no tienes la honestidad de llamar fantasmas. No voy a decir sino que tengo la convicción de que los vivos algunas veces son vistos donde no están, en lugares donde han estado, donde ellos vivieron tanto tiempo, quizás tan intensamente, como para dejar sus impresiones en todo lo que los rodea. Lo sé, en efecto; puede ser que un ambiente pueda ser tan afectado por la personalidad de una persona como para impresionar, mucho después, una imagen de uno mismo a los ojos de otro. Indudablemente la personalidad impresa tiene que ser el tipo justo de personalidad y los ojos perceptores tienen que ser el tipo justo de ojos, los míos por ejemplo.
—Sí, el tipo justo de ojos, sensaciones convincentes del lugar erróneo del cerebro —dijo el Dr. Frayley, sonriendo.
—Gracias; uno gusta tener sus expectativas gratificadas; Esto es en réplica de lo que yo supongo que haría alguien civilizado.
—Perdón, pero tú dices que lo sabes. Es algo fácil de decir, ¿no crees? Quizás tú no pensarás en el problema de decirme cómo lo supiste.
—Tú lo llamarás una alucinación —dijo Hawver—, pero no es tal cosa—. Y le contó la historia.
El último verano, como tú sabes, fui a pasar la temporada de calor a la ciudad de Meridian. Los parientes cuya casa intentaba habitar estaban enfermos, así que busqué otros cuartos. Luego de algunas dificultades alquilé una de las habitaciones vacantes que había sido ocupada por un excéntrico doctor llamado Mannering, quien se había ido hace varios años, nadie sabía dónde, ni siquiera su agente. Él había construido una casa y había vivido allí durante diez años, acompañado por un viejo sirviente. Su práctica, no muy extensa, lo tuvo ocupado durante algunos años. Él también se vio abstraído de la vida social y se convirtió en un recluso. Me lo contó un doctor del pueblo, que fue la única persona que tuvo alguna relación con él, que durante su retiro se hizo devoto de una única línea de estudio, el resultado de lo que él expuso en un libro que no fue recomendado a la aprobación de sus colegas médicos, quienes, sin embargo, lo consideraron no enteramente sano.
No he visto el libro y no puedo recordar su título, pero me dijo que exponía una extraña teoría. Él dijo que era posible que una persona de buena salud pudiera pronosticar su propia muerte con precisión, varios meses antes del evento. El límite, creo, eran dieciocho meses. Hubo rumores locales afirmando que había ejercido sus poderes de pronóstico, que quizás tú llames diagnóstico; y que las personas a las que advirtieron el deceso, murieron súbitamente en el plazo fijado, sin causa conocida. Todo esto, por cierto, no tiene nada que ver con lo que te dije; Pienso que puede divertir a un médico.
La casa estaba amueblada como cuando él había vivido ahí. Era una oscura morada para alguien que había sido un recluso más que un estudiante, y creo que me dio algo de su carácter, quizás algo del carácter de su anterior ocupante; Siempre sentí una cierta melancolía que no estaba en mi disposición natural, según creo, debido a la soledad. No tenía sirvientes que durmieran en la casa, pero siempre tuve la adicción, como tú sabes, a la lectura. Cualquiera que fuera la causa, el efecto fue un rechazo y un sentido de mal inminente; Esto fue especialmente en el estudio del Dr. Mannering, a pesar de que esta habitación era una de las más luminosas y aireadas de la casa. El retrato de tamaño real del doctor parecía dominarlo completamente. No había nada inusual en la foto; el hombre evidentemente lucía bien, unos cincuenta años de edad, con un cabello gris metalizado, una cara recién afeitada y unos ojos oscuros y serios. Algo en la imagen siempre acaparaba mi atención. La apariencia del hombre se convirtió en familiar para mí, hasta me 'hechizó'.
Una tarde estaba paseando a través de esta habitación para ir a mi dormitorio, con una lámpara (no había gas en Meridian). Me paré, como era habitual, frente al retrato, que parecía a la luz de la lámpara cobrando una nueva expresión, no fácilmente descriptible, pero realmente escalofriante. Me interesé pero no me inquieté. Mueva la lámpara de un lado a otro y observe los efectos de alterar el punto de iluminación. Mientras estaba tan absorto sentí el impulso de voltearme. Y cuando lo hice ¡vi a un hombre que se movía a través de la habitación y se dirigía hacia donde yo estaba! Tan pronto se acercó a la lámpara su rostro se iluminó y vi que era el Dr. Mannering en persona; ¡era como si el retrato estuviera caminando!
—Le pido disculpas —dije, algo fríamente—, pero si usted tocó no lo escuché.
Él me pasó, dentro de una braza, ampliando su dedo índice como en advertencia, y sin una palabra, se marchó de la estancia, a pesar de que observé su ida no más que lo que vi su entrada.
Por supuesto, no necesito decirte que esto puede ser lo que tú llamarías una alucinación y lo que yo llamo una aparición. Esta habitación tiene sólo dos puertas, una de las cuales estaba cerrada; la otra llevaba al dormitorio, desde donde no había otra salida. Mi sentimiento sobre esto es que no es una parte importante del incidente.
Indudablemente esto te parecerá un lugar común, “el cuento de fantasmas”, algo que uno construye sobre las líneas dejadas por los viejos maestros del arte. Si así fuera, no te lo habría contado, aún si hubiera sido verdad. Pero el hombre no está muerto; lo conocí hoy mismo en la Calle Unión. Me cruzó entre una multitud.
Hawver finalizó su historia y ambos hombres se quedaron callados. El Dr. Frayley, distraído, tocando la mesa con los dedos.
—¿Te dijo algo hoy —preguntó— alguna cosa que te haya hecho inferir que no estaba muerto?
Hawver lo miró fijamente y no replicó.
—Quizás —continuó Frayley— él hizo alguna señal, un gesto, alzó un dedo. Es un truco que él tenía, un hábito cuando decía algo serio, anunciando el resultado de un diagnóstico, por ejemplo.
—Sí, lo hizo, su aparición lo hizo. ¡Pero por Dios! ¿Lo conocías?
Hawver estaba poniéndose aparentemente nervioso.
—Lo conocí. Leí su libro, como todo médico de hoy en día. Es una de las más importantes contribuciones del siglo a la ciencia de la Medicina. Sí, lo conocí; lo trató en su enfermedad durante los últimos tres años. Él murió.
Hawver buscó una silla, visiblemente incómoda. Dio un par de zancadas y se sentó. Luego se dirigió a su amigo, y en una voz no muy clara, dijo:
—Doctor, ¿tiene usted algo para decirme como médico?
—No, Hawver; tú eres el hombre más saludable que conoces. Como amigo te recomiendo que vayas a tu habitación. Tocas el violín como un ángel. Tócalo, toca algo alegre y jovial. Ten este maldito asunto fuera de tu mente.
Al día siguiente Hawver fue encontrado muerto en su habitación, el violín en su cuello, el arco sobre las cuerdas, su música se escuchó antes de la Marcha Fúnebre de Chopin.

  • Ambrose Bierce
    Bierce, Ambrose

    Ambrose Gwinett Bierce (Meigs, Ohio, Estados Unidos,1842-Chihuahua, México 1914? ), escritor satírico y periodista estadounidense, nació en un hogar de profunda fe calvinista. Prestó sus servicios en el ejército durante la Guerra Civil y dirigió una expedición militar al oeste.

    Establecido en San Francisco, escribió ingeniosos artículos políticos y una columna para el periódico News-Letter, convirtiéndose en su editor (1868). Trasladado a Londres (1872/6), bajo el seudónimo de Dod Grile, escribió mordaces artículos y relatos para las revistas Fun y Figaro, luego publicados en Telarañas de una calavera vacía (1874).

    En 1871, año en que se casa con Molly Day, publicó su primera novela. Regresó a San Francisco (1877) y colaboró con el Argonaut, fue editor del Wasp y escribió una columna para el Sunday Examiner.

    En su estilo sobresale un ingenio y una fascinación por el horror y la muerte. Su dominio del relato hizo que se le comparara con Poe, Maupassant, Harte, Melville, Hawthorne y Lovecraft. Este último se inspiró en él para sus Mitos de Cthulhu.

    Entre 1899/13 trabajó para Hearst y se dedicó a revisar sus obras. En México (1913) participó en la Revolución Mexicana y nunca más se supo de él. Sus Obras completas se publicaron en 12 volúmenes (1909/12) e incluyen el conocido Diccionario del diablo, titulado originalmente Diccionario del cínico (1906).

    Maestro de lo macabro, a él debemos relatos como “La muerte de Halpin Frayser”, “La cosa maldita”, “Un suceso en el puente sobre el río Owl”, “Un habitante de Carcosa”, “Un terror sagrado”, “La ventana tapiada”, etc.

    Irónico, misántropo y pesimista fue apodado Bitter (amargo) por sus contemporáneos. Especialmente sus cuentos expresan un descreimiento sobre la virtud del hombre. Según palabras de Lovecraft en toda su obra hay una “maleficencia sombría innegable”.

    Antes de su misteriosa desaparición en México durante la revolución, escribió humorísticamente que lo hacía por “eutanasia”. Se conjetura que pudo haber sido asesinado en el sitio de Ojinaga (1914)

     

    Obra:

    He Fiend's Delight (1873)
    Cobwebs from an Empty Skull (1874)
    The Dance of Death (1877)
    Lo que pasó en el puente de Owl Creek (An Occurrence at Owl Creek Bridge, 1891)
    Tales of Soldiers and Civilians (Cuentos de civiles y soldados) (1891), cuyo título fue cambiado más tarde por el de En medio de la vida.
    Black Beetles in Amber (1892)
    The Monk and the Hangman's Daughter (1892)
    Can Such Things Be? (¿Puede ocurrir esto?) (1893), colección de cuentos de terror sobrenatural.
    Fantastic Fables (1899)
    The shadow on the dial, and other essays (1909)
    The Devil's Dictionary (Diccionario del diablo) (1911)
    Collected Works (1909)
    Write It Right (1909)
    A Horseman in the Sky, A Watcher by the Dead, The Man and the Snake (1920)??
    A Vision of Doom: Poems by Ambrose Bierce (1980)

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